boletín especial
julio-diciembre 2021

territorios en riesgo

Afectaciones a la naturaleza y los pueblos en Colombia

Editorial: Sostenibilidad ambiental justa democrática y en paz

Nos aproximamos a la etapa final del gobierno con el que se consolida un régimen político implantado desde comienzos de siglo que adoptó abiertamente la guerra como un factor de acumulación de riquezas, luego de una década de desarticulación violenta de las fuerzas democráticas y populares del país que disputaron la constitución del Estado Social de Derecho. En sus diferentes expresiones, esa condición de “guerra” ha acompañado la imposición de todas las políticas económicas y sociales correspondientes a su modelo de desarrollo neoliberal y extractivista, lo que implicó pérdida de soberanías, privatización de patrimonios públicos, mercantilización de derechos y de la naturaleza. Pero, además, la instauración de un abierto autoritarismo de gobierno de Partido que redujo la institucionalidad a él; quiere decir, hoy no hay un Estado que defienda a la ciudadanía de los abusos del gobierno.

El modelo de desarrollo militarista que hemos conocido desde hace 20 años, cuando se impulsaron los Planes Nacionales de Consolidación, ha estado dirigido al control absoluto de los territorios donde el capital transnacional concreta la tal globalización de la economía. Y especialmente en este tiempo la intensiva explotación de la naturaleza y de los pueblos ha producido los más altos niveles de devastación y degradación de las condiciones de vida, multiplicando los conflictos socioambientales frente a un régimen dedicado a desconocer y anular los trámites democráticos y a apelar sistemáticamente a la fuerza represiva del Estado. El nuevo proyecto de Seguridad Ciudadana que cursa en el Congreso, precisamente busca ahondar aún más la criminalización de la protesta social y legalizar las acciones brutales de la Policía Nacional que hemos vuelto a evidenciar en las últimas movilizaciones ciudadanas.  

En el 2020 Colombia ocupó el primer lugar en el mundo por el número de asesinatos de defensores y defensoras del territorio y el ambiente, según el registro de Global Witness presentado en septiembre de este año. Al igual que en los demás asesinatos de liderazgos sociales, este régimen ha demostrado que no va a mover un dedo para investigar y mucho menos para ofrecer garantías, una de las razones por la que se opone a la ratificación del Acuerdo de Escazú establecido para favorecer la participación en los asuntos ambientales y la protección de las personas que asumen esta labor. Como que tampoco va a actuar frente a la violencia generalizada que mantienen los grupos armados en los territorios, disputándose las economías ilegales, por cuanto es un contexto que favorece sus intenciones de mantener en tensión los procesos sociales, reduciendo sus capacidades de resistencia a la implantación del modelo extractivista y de construcción de alternativas.

Por el contrario, intervenciones militares como las que realiza a través de la llamada Operación Artemisa, con el pretexto de detener la deforestación para cumplir compromisos con los convenios internacionales alrededor del cambio climático, están dirigidos a expulsar comunidades de territorios

 

 

estratégicos como lo hace ahora en la Amazonía y la Orinoquía. La intención es similar a la de los operativos militares de erradicación forzosa de cultivos, en los departamentos de Putumayo, Caquetá, Meta y Guaviare, los mismos de la Operación Artemisa.

Si los gobiernos del norte acordaron falsas soluciones a la crisis climática desde su perspectiva mercantil en la reciente Conferencia sobre el tema celebrada en Glasgow, Inglaterra (COP26), solo puede esperarse una mayor irresponsabilidad con el país y el planeta por parte de un gobierno que profundizó la dependencia del país con el mercado mundial de las transnacionales. Páramos como el de San Turbán, bosques como los de Galilea, cuencas hidrográficas como la del Magdalena y el Cauca, la selva Amazónica, el Macizo, la Sierra Nevada y los litorales, hacen parte de la feria de negocios que las Agencias minera, de hidrocarburos y de comercio promueven cada año, promoviendo la intervención de estos territorios con megaproyectos mineros, hidroeléctricos, petroleros, agroindustriales y turísticos, que incluyen métodos de gran impacto ambiental como el Fracking. 

Sin embargo, adentro y fuera del país ya son menos quienes le creen al gobierno colombiano la cháchara ambientalista por más espectáculos mediáticos que monte, como el de Leticia, donde instaló en octubre de este año una Cumbre alrededor de un pacto que nadie va a cumplir, en un escenario catalogado como una ofensa para la identidad de los pueblos amazónicos. El de Duque, es un discurso verde natural para seguir canalizando ayudas internacionales -como lo hace con los de la paz y las migraciones-, pero que encubre el verde camuflado del régimen militarista que viabiliza la intervención económica de ecosistemas esenciales de nuestra biodiversidad. 

En la trayectoria del país proyectado desde el bloque de poder narco-empresarial y sus representantes políticos a finales de siglo pasado, se han atravesado dos hechos trascendentales que empezaron a contenerlo: por un lado, el proceso de paz con las Farc, que cumple cinco años resistiendo los embates de esa derecha guerrerista; y las movilizaciones sociales del 21N en 2019 y el Paro Nacional de este año, que develaron el carácter de ese régimen y colocaron los conflictos en clave de disputa de gobiernos. La creciente conciencia social y ambiental posicionada nacionalmente en estas gestas, constituyen la apertura de unas condiciones políticas más favorables para avanzar en el cambio del desarrollo extractivista en función de los capitales, hacia un desarrollo ambiental y culturalmente comunitario en función de la vida. 

Este boletín da cuenta de ello desde diferentes experiencias colectivas de la diversidad de pueblos, culturas y grupos sociales presentes en territorios amenazados por intereses y políticas en contravía de la naturaleza y los pueblos que la habitan, como el Catatumbo, Cauca, Nariño, Putumayo y Caquetá, los cuales, como organización defensora de derechos humanos acompañamos, velando por la participación efectiva de las comunidades, especialmente de las mujeres, en la defensa de la vida y sus territorios con el fortalecimiento del tejido ambiental y sus Planes de Vida.

 

La simulación del gobierno de Duque con el Acuerdo de Escazú

Colombia es el país más peligroso para las personas que defienden el medio ambiente. Esto riñe con el reconocimiento que le hicieron recientemente al Presidente Iván Duque con el Premio Internacional a la Conservación, otorgado por el Instituto ICCF Teddy Roosevelt en Estados Unidos. Según la organización británica Global Witness, durante el 2020 en Colombia asesinaron 65 ambientalistas, esto es, el 30% de los 227 registrados a nivel mundial [1]. En otro país, sin duda esta deshonrosa cifra, similar a la de 2019 con 64 asesinatos en todo el territorio nacional, sería un escándalo, pero aquí, ni siquiera es un titular de prensa. Recordemos que el incremento de la violencia contra estos hombres y mujeres que dedican su vida a proteger la tierra, se da justamente durante el mandato de Duque, pues en los años 2018 y 2017 los registros llegaban a 25 homicidios en cada uno [2]…  CONTINUAR LEYENDO…

 

EN QUÉ CONSISTE LA OPERACIÓN ARTEMISA

“EL CHIRIBIQUETE SE NOS VINO ENCIMA” 

Es la expresión de una líder del norte del Caquetá para explicar, en síntesis, los hechos en los que comunidades campesinas e indígenas se vieron de repente envueltas en unas operaciones militares que las habían declarado como objetivo de la “seguridad ambiental”. Un nuevo concepto introducido por el gobierno en la política de Defensa y Seguridad con el fin de “preservar y defender los recursos naturales como activos estratégicos de la nación”. Así, sin mediar ningún diálogo, con sorpresa y espanto vieron cómo tropas helitransportadas caían en sus fincas, las que unas horas después verían con rabia y dolor destruidas, en parte incendiadas, el ganado confiscado, las aves de corral espantadas, con familiares heridos y sin la presencia de quienes habían sido detenidos “por ocupar territorios de Parques Naturales Nacionales -PNN-”. CONTINUAR LEYENDO… 

«…el monocultivo de palma aceitera no sólo ha tenido efectos devastadores en la dimensión ambiental de la región, sino que ha generado conflictividades sociales como la fragmentación del tejido social y de la visión comunitaria que tenían sus habitantes, además del acaparamiento de tierras.»

El Catatumbo biodiverso frente al desarrollo extractivista de la palma y el petróleo

 

La región del Catatumbo fue uno de los 16 territorios priorizados en el marco de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET, pactados en el Acuerdo Final. La esperanza de poner fin al conflicto y sus causas estructurales se han esfumado, porque hoy en la región el concepto de desarrollo es el mismo que con violencia han querido imponer las elites económicas y políticas históricamente en el país. 

CONTINUAR LEYENDO…

 

Cauca: Tierra, monocultivos y resistencias

De manera permanente las organizaciones sociales y comunidades caucanas enfrentan diversos conflictos ambientales que se relacionan con la pérdida de biodiversidad, la contaminación del agua y la degradación de los suelos, sumados a los impactos sociales y culturales, ocasionados por el acaparamiento de tierras y la economía extractiva.

CONTINUAR LEYENDO…

EN LA CAPITAL DEL PUTUMAYO LA AMAZONÍA SE DEBATE ENTRE LA CRISIS CLIMÁTICA Y EL EXTRACTIVISMO

La crisis climática causada por la desaforada combustión de fósiles como el petróleo, el carbón y el gas, que exige el modelo de vida occidental, ha llevado al surgimiento de una potente industria que busca posicionarse en la necesaria sustitución de las fuentes energéticas, haciendo de ello un lucrativo negocio cuyas promesas verdes distan de ser una alternativa real a los millones de víctimas de ese sistema de producción y consumo. Mucho menos se corresponde con las realidades ambientales y culturales del Sur global, en tanto serán estos territorios los que se intervendrán para saquear los nuevos minerales de las “energías alternativas”. CONTINUAR LEYENDO…

«…la consulta popular debe continuar defendiéndose como un mecanismo idóneo para la toma de decisiones de las comunidades frente a la implementación de la economía extractiva en sus territorios.»

Defender las Consultas Populares para proteger el agua y la vida en el Norte de Nariño y Sur de Cauca

Las Consultas Populares hacen parte de los mecanismos de participación establecidos en la Constitución Política de Colombia, cuya finalidad es la de canalizar la voluntad popular de las comunidades. En ellas se estipula una pregunta de carácter general sobre un asunto trascendental que involucra un territorio determinado y sus habitantes, donde la respuesta debe ser SI o NO; se pueden hacer a nivel nacional, departamental, municipal, distrital o local y sus resultados deben ser respetados y ejecutados por los entes que correspondan en menos de tres (3) meses.

CONTINUAR LEYENDO…

 

MUJERES: APORTES Y LUCHAS EN LA VISIÓN AMBIENTAL DEL CAMPESINADO COLOMBIANO

 

¿Cuál es el papel de las mujeres en la construcción de la visión ambiental del Coordinador Nacional Agrario -CNA-?

Con esta pregunta provocamos interesantes reflexiones de las lideresas campesinas asistentes a la VII Asamblea del Coordinador Nacional Agrario CNA, realizada en el municipio de Saravena, Arauca, durante los días del 14 al 19 de noviembre pasados. Aquí les presentamos algunas de ellas…

CONTINUAR LEYENDO…