De manera permanente las organizaciones sociales y comunidades caucanas enfrentan diversos conflictos ambientales que se relacionan con la pérdida de biodiversidad, la contaminación del agua y la degradación de los suelos, sumados a los impactos sociales y culturales, ocasionados por el acaparamiento de tierras y la economía extractiva.

Estas contradicciones se derivan de una de las raíces estructurales más profundas del conflicto armado: la tenencia de la tierra en Colombia. Que se manifiesta con especial inequidad en el departamento del Cauca donde su concentración es más alta. Para el 2008 apenas un 14% del territorio departamental lo poseía la población mayoritaria indígena, negra y campesina[1]. Los numerosos proyectos económicos relacionados con la explotación minera, petrolera y forestal y la actividad agroindustrial, requieren de grandes extensiones de tierra y subastan los recursos naturales de manera inconsulta con las comunidades a quienes se les ha restringido el acceso a la misma.

La explotación forestal juega un papel importante en las economías extractivas de la región, particularmente sobre la cordillera central y occidental, donde la riqueza del suelo se caracteriza por tener óptimas condiciones para la productividad, razón por la que las grandes plantaciones de monocultivos como la caña de azúcar y el pino constituyen una opción económica rentable para los ingenios y la industria del papel en estos territorios.

Las extensas plantaciones de árboles para la extracción industrial en el Cauca están siendo protagonizadas principalmente por Smurfit Kappa Cartón Colombia. Una empresa irlandesa que en la década de 1970 ingresa al territorio sembrando monocultivos forestales de pino y eucalipto. Su expansión ha impactado otras regiones como el Eje Cafetero, Risaralda y el Valle del Cauca, posicionándose como uno de los mayores productores de papel en Colombia.

Además de la consolidación productiva, que dejaba en comparación a las plantaciones de Estados Unidos y Canadá mucha más extracción de madera, las exenciones tributarias estimularon su crecimiento, y el despojo y el desplazamiento por el conflicto armado impulsaron el acaparamiento de la tierra, conllevando a múltiples dificultades para la vida natural y social de la región.

El consumo de agua de estas especies introducidas a los ecosistemas es de hasta tres veces más que las especies nativas, de allí que las plantaciones de Smurfit Kappa Cartón de Colombia se encuentren en zonas estratégicas de abundantes recursos hídricos, lo que ha ocasionado daños irreparables como la destrucción de una parte de la selva tropical del Valle del Cauca y Los Andes.

Las tierras fértiles del departamento están perdiendo su productividad, las cuencas de varios ríos se han contaminado perdiendo la calidad de las fuentes hídricas, los árboles nativos han sido talados para ampliar la frontera de explotación y nuevos pobladores han migrado generando mayor competencia en el ámbito laboral local, además de los cambios culturales. La presencia de estas grandes plantaciones ha afectado a las personas con vocación agrícola que viven en las zonas colindantes, y ha agudizado los conflictos interétnicos entre comunidades indígenas, negras y campesinas.

A través de programas de Gestión Social Empresarial con los que reducen aún más el pago de impuestos, impulsan proyectos puntuales a manera de paliativos sociales de su intervención. Escuelas, vías, pequeños proyectos productivos entre otros, hacen parte de la dinámica oportunista y clientelista que siembran como maleza en la región ante las precariedades comunitarias y el ausentismo estatal en lo que refiere a la inversión social. Las zonas de incidencia extractiva cuentan con infraestructura adecuada, pero las comunidades campesinas, negras e indígenas aledañas han sido marginadas a zonas con menos equipamientos, dificultades de acceso y tierras con baja productividad.

Ante las aspiraciones colectivas y la ausencia estatal, incluso con el incumplimiento de una verdadera Reforma Rural Integral, las comunidades campesinas, indígenas y negras se encuentran adelantando procesos de liberación y recuperación de la madre tierra en zonas ocupadas por la multinacional Smurfit Kappa – Cartón Colombia, como manera de retomar el territorio ancestral, redistribuir la tenencia de la tierra y frenar los daños ocasionados a los ecosistemas.

Sin embargo, en el marco de estos procesos de recuperación legítima de sus tierras las comunidades han denunciado la vulneración de sus derechos por parte del Estado colombiano. Las acciones violentas que la fuerza pública ha adelantado en contra de las comunidades han dejado varias personas heridas y un joven indígena asesinado. La muerte del joven a causa de un disparo por la espalda de un agente del ESMAD ha afectado a sus familiares y a la comunidad. Este tipo de acciones constituyen para la población un mensaje que reafirma la complicidad del Estado con la empresa que ha acaparado y despojado las tierras campesinas, indígenas y negras.

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[1] Ctr. Observatorio de Conflictos Ambientales -OCA- , Instituto de Estudios Ambientales, Universidad Nacional de Colombia.  2019.