La crisis climática causada por la desaforada combustión de fósiles como el petróleo, el carbón y el gas, que exige el modelo de vida occidental, ha llevado al surgimiento de una potente industria que busca posicionarse en la necesaria sustitución de las fuentes energéticas, haciendo de ello un lucrativo negocio cuyas promesas verdes distan de ser una alternativa real a los millones de víctimas de ese sistema de producción y consumo. Mucho menos se corresponde con las realidades ambientales y culturales del Sur global, en tanto serán estos territorios los que se intervendrán para saquear los nuevos minerales de las “energías alternativas”.
Las políticas de crecimiento verde ponen de nuevo al sur como fuente de explotación mineral, así lo ha manifestado el Banco Mundial en el informe presentado el año pasado, donde señala que la producción de minerales, como el grafito, el litio y el cobalto, podría experimentar un aumento de casi un 500% de aquí a 2050, para satisfacer la creciente demanda de tecnologías de energía. Se estima que se requerirán más de 3000 millones de toneladas de minerales y metales para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica, así como para el almacenamiento de energía (baterías), con el fin de lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2°C en el futuro[1]. Así mismo, para el uso de vehículos eléctricos, el almacenamiento de energía y el cableado se necesitan cobre, cobalto, níquel y litio.
Entre 2017 y 2050, el mismo informe del Banco Mundial prevé un crecimiento de más del 900% en la demanda mundial de litio, mientras que la demanda de cobalto aumentaría casi seis veces durante el mismo período[2]. Y Según el equipo de investigación europeo de minería y metales de Bernstein, para cumplir con los compromisos de los gobiernos en virtud del Acuerdo de París, se necesitarían entre 11 y 72 millones de toneladas de producción de cobre, por encima de la demanda industrial actual.[3]
La estrategia del Banco Mundial es crear un “Fondo para la minería climáticamente inteligente” con un enfoque de transformación de las actividades mineras “inteligentes con relación a los bosques”. El Banco entonces planea “compensar” cualquier contaminación, deforestación o pérdida de biodiversidad que se produzca durante esta transición intensiva en minería, a pesar de que en la práctica esta política ha demostrado ser un fracaso en el objetivo de la garantía de los ecosistemas y los derechos de la naturaleza, sin embargo, resulta ser efectiva para la especulación con bonos y los onerosos negocios verdes.
En Colombia el debate sobre transición energética tuvo un auge meses después del periodo más fuerte de confinamiento, y la reactivación económica fue el escenario propicio para el impulso de los negocios verdes que ya venían propagándose en el país. Es así que para julio de 2021 el Congreso aprueba la ley 2099, que impulsa la producción de energías a partir de nuevas fuentes no convencionales, como el hidrógeno verde y azul. Sin embargo, el desarrollo del hidrógeno requiere energía proveniente de la explotación del gas, un combustible fósil. Igual análisis debemos aplicar en otras energías calificadas de alternativas como la eólica y la hidroeléctrica, para las cuales son promovidas en la Ley citada con subvenciones y otra serie de facilidades económicas.
Con el plan energético 2050 registrado en esa Ley, se pretende realizar un proceso de conversión eléctrica del transporte y de la gran mayoría de actividades públicas que desarrolle el Estado, generando una fuerte presión en la explotación mineral y ocupación de territorios. Es preciso detallar que las metas gubernamentales de transición energética han sido el principal argumento para impulsar el proyecto minero de explotación de cobre, oro y molibdeno en Mocoa, capital del Putumayo, en medio del Amazonas y de la zona de protección de la cuenca alta del rio que lleva el mismo nombre de este municipio. Allí, la explotación de minerales se remonta a la suscripción del contrato de concesión minera en el año 2006, fecha en la cual se otorgaron cinco polígonos cuya titularidad ha pasado por varias empresas, desde la Anglo Gold Ashanti hasta llegar a la empresa Libero Cobre, quien ejerce actualmente las actividades de prospección y exploración.
La empresa canadiense Libero Cobre ha desatendido los llamados y alertas sobre los graves impactos de la explotación minera en una zona altamente biodiversa, con la deforestación del piedemonte andino amazónico, o la contaminación de las aguas de la cuenca del Caquetá -a la cual pertenece el río Mocoa- uno de los ecosistemas hídricos más importantes de la Amazonía. No únicamente con la extracción, sino también con el transporte, la producción y la eliminación de los residuos. Ya desde las fases de perforación para localizar los filones, los impactos son considerables. Las extensiones de suelo, tierra y roca removidas modifican y desertifican la superficie terrestre. Una condición que coloca en alerta a la población dada la tragedia ambiental vivida hace cuatro años cuando una avalancha de lodo y piedras destruyó la tercera parte del municipio y cobró la vida de cerca de 300 personas.
Recordemos que los minerales y metales preciosos se obtienen en cantidades menores, por ello conllevan la remoción de enormes cantidades de residuos, como que seis gramos de oro y seis kilogramos de cobre se obtienen en cada tonelada de rocas en uno de los proyectos en Argentina[4]. Y la utilización de metales pesados y tóxicos como el cianuro y el arsénico en el proceso de lixiviación o disolución de minerales, que contaminan irreversiblemente el agua potable. El agua residual de la actividad minera, contaminada con metales pesados y agentes tóxicos, se deposita en pilas llamadas diques de cola, las cuales a menudo se fracturan o rompen con lo que millones de litros de agua contaminada llegan a ríos, arroyos, y otros acuíferos.
Las comunidades y la autoridad local se han opuesto a la construcción y explotación minera en Mocoa, argumentando los graves impactos de la minería en la Amazonía, en plena contradicción de la sentencia 4360 de 2018 de la Corte Suprema de Justicia, el acuerdo municipal 020 de 2018 y el plan de desarrollo municipal que en su artículo 5 prohíbe la minería a gran escala. En los últimos dos años se han realizado manifestaciones ciudadanas rechazando la explotación minera en las montañas de Mocoa, de las cuales se ha derivado la constitución del Comité Cívico por la defensa del territorio, el agua y la vida, quienes adelantan diferentes acciones pedagógicas, de intercambio con otras experiencias y de incidencia política, con el fin de comprometer los diversos sectores de la población en este propósito.
La transición energética que exige la crisis climática con suprema urgencia, no se refiere simplemente a un cambio de las fuentes sino al conjunto del modelo energético que involucra también las tecnologías, la propiedad y la gestión de la energía, en correspondencia necesariamente con una nueva cultura donde lo comunitario reduzca la presión sobre la naturaleza y restablezca el equilibrio del conjunto de sus relaciones ecológicas, en concomitancia con similares relaciones sociales. Cualquier alternativa que no se ubique en esta perspectiva va a repetir y multiplicar los desastres ambientales que el modelo ha provocado hasta ahora. La transición energética debe generar un proceso pos-extractivista bajo los principios de democracia, justicia social y ambiental, en el ejercicio de relocalización de la producción y consumo de la energía, que no implique únicamente el cambio de matriz, sino que por el contrario construya un proceso de soberanía energética y alimentaria, que permita la acción colectiva, los derechos de la naturaleza y la permanencia en el territorio.
El Putumayo es Amazonía y como fuente de vida para el planeta necesita de acciones contundentes y reales para la conservación. La prohibición de la minería a gran escala debe ser mandato unísono del pueblo Latinoamericano, la transición energética se construye desde las comunidades y no desde las ganancias privadas y la cooptación estatal.
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[1] https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/05/11/mineral-production-to-soar-as-demand-for-clean-energy-increases
[2] Ibidem.
[3] Mining MX, Glencore’s green rebrand a complex brew for governments, society and shareholders, July 2019
[4] Mercurio, otra amenaza amazónica, en: http://www.geonoticias.com/noticias/general/-mercurio,-otra-amenaza-amaz%F3nica.html