El pasado miércoles 17 de junio, dos años después de emitida la sentencia del Tribunal Administrativo del Cauca fechada el  4 de septiembre de 2013 que obliga a la Nación y al Ministerio del Interior a pedir perdón a las familias de 7 de las víctimas mortales tras la masacre,  el Ejercito Nacional en cabeza del batallón de infantería No. 8 batalla de Pichincha, organizo un pequeño evento en el municipio de Buenos Aires Cauca para dar cumplimiento a la sentencia de la corte. 

Las familias, reunidas el día anterior en las instalaciones de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN, con lagrimas en sus ojos, iban  recordando a sus hijos, a sus hermanos, a sus esposos quienes en muchos de los casos eran los sustentos de sus hogares. Recordaban el abandono que han sentido desde siempre y con mayor ahínco desde la fatídica semana santa en que perdieron a sus seres queridos. Se preguntaban como aceptar el perdón que no nace del corazón sino desde un papel que sentencia a la Nación a pedirlo.

Sin embargo, las familias de Evelio Güetio Guejía, Alexander Serna Quina, Audilio Rivera, Cayetano Cruz, Guillermo León Trujillo, Henry Aponza y Wilson Casos decidieron asistir al evento, aunque preferían que se hiciera directamente en el lugar de los hechos, en el mismo camino que recorrieron por última vez sus familiares, en el corazón del Naya, ante los cientos de víctimas, tal vez las más valientes, o las más necesitadas, que decidieron volver a pesar de la amenaza paramilitar cuyos remedos persisten aun después del proceso de Justicia y Paz.

Decidieron ir para limpiar el nombre de sus seres queridos quienes sin causa fueron señalados de ser guerrilleros.  Se encaminaron en la madrugada del miércoles hacia el municipio de Buenos Aires puerta de entrada a la región del Naya, buscando que las historias de vida de a quienes aun lloran no se pierdan en el olvido, y para alzar una voz de protesta ante la injusticia de que el perdón público  se limite a unos pocos, aun cuando mas de 100 fueron los asesinados en los primeros días de abril de 2001 y más de 3000 los obligados a desplazarse.

En el evento precedido por el Teniente Coronel William Suárez Correa, comandante del batallón de infantería No. 8 batalla de Pichincha,  este manifestó: “Con esto queremos reconocer los errores cometidos por algunos malos procedimientos que en algún momento mancillaron el buen nombre de todo el Ejército. Actos como los ocurridos en el mes de abril del año de 2001 sobre el Alto Naya, municipio de Buenos Aires, Cauca, son inconcebibles”. Olvidó el Teniente coronel en su discurso mencionar que el acto se producía luego que la justicia encontrara la responsabilidad del Ejercito Nacional  en la  masacre del Naya. Olvidó decir que hace 14 años cuando los paramilitares del bloque Calima entraron a la región el mismo batallón que hoy esta bajo su mando era el encargado de proteger esta zona y a pesar de haber sido avisados de la presencia paramilitar no hicieron nada por defender a las comunidades que allí habitaban. Así como olvidó que oficiales pertenecientes a este batallón en tiempos de la masacre, están siendo investigados por dar uniformes y armas al grupo paramilitar.

En su intervención de seis minutos, el Teniente coronel  solo atinó a pedir unas disculpas vanas y obligadas ante los pocos asistentes al evento. Nunca hablo del perdón como parte de un proceso de reparación integral a las familias, a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas quienes vieron morir no solo a sus compañeros, sino también a sus proyectos de vida ligados a la permanencia en este territorio y a los tejidos sociales que venían construyendo y que tras el desplazamiento masivo se rompieron irremediablemente.

Las familias por su parte y a pesar del miedo que aun sienten, pues la amenaza de las estructuras paramilitares y militares que un día acabaron con sus sueños persisten cerca de sus hogares, decidieron  alzar sus voces y rechazar el perdón obligado, limitado y mentiroso, según ellos. Aprovecharon el espacio para decir ante los medios de comunicación que el perdón debe venir acompañado de garantías de verdad, justicia y no repetición de los hechos, más ahora cuando los paramilitares que aceptaron su participación en esta masacre y se adscribieron al proceso de justicia y paz están por salir.

Por iniciativa de las familias, se sembraron 7 acacias, que ellos mismos seleccionaron y transportaron desde Santander de Quilichao. Estas fueron rodeadas por cintas que llevaban los nombres  de las 7 víctimas de la masacre que desde la Asociación Minga hemos acompañado en estos años de duelo. Las  Acacias quedaron ubicadas en el camino que del parque central de Buenos Aires se dirige hacia el cementerio. Estas fueron sembradas y regadas por madres, padres, hermanas, hermanos y esposas que esperan que mientras permanezcan las Acacias la memoria de sus seres queridos no muera y persista así como han persistido ellos en su lucha por la verdad y la justicia que no encontraron en este acto de falso perdón.

Vea aqui la galería Fotografica Un perdón de mentiras

Algunas notas de prensa:

“Así no se pide perdón”: víctimas del Naya al Ejército. Verdad Abierta.com

«Un perdón con impunidad»: víctimas del Naya a Ejercito. el Nuevo Liberal

Ejercito pidió perdón por las víctimas de la masacre del Naya. (Video) 90 minutos 

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[1] Según las denuncias de la comunidad, al menos la mitad de los cuerpos desaparecieron en el río Naya y los abismos de la región donde fueron arrojados por los paramilitares.