En la memoria de las luchas campesinas colombianas, hay un proceso construido desde las organizaciones eclesiales de base, que unidas a la educación popular, proponían el diálogo de saberes para construir conocimiento colectivo. Estas, en los años 70 decidieron  unir la palabra con las acciones a favor de los pobres.

Uno de esos procesos que aprendió a unir el evangelio con la siembra de alimentos, el cuidado de la tierra y el liderazgo popular, fue el Movimiento Campesino de Cajibío, MCC, creado en 1990.

En sus primeros años el MCC estuvo concentrado en las reivindicaciones campesinas por la tierra, pero las movilizaciones de los indígenas del norte y los campesinos del Macizo, marcaron un nuevo ritmo a las luchas por los derechos humanos en el Cauca.

El Movimiento Campesino, participó activamente en el paro del Suroccidente, y a partir de entonces las agendas sociales se complementaron. Empezó el diálogo para crear el Plan de Vida para las comunidades campesinas, habitantes en veredas y corregimientos de Cajibío, y sus diversos  proyectos se han orientado a la sostenibilidad de las familias campesinas.

Desde el plan de vida, hacen énfasis en la formación política para aumentar la capacidad de liderazgo de sus integrantes. Esta dinámica le ha generado al MCC un reconocimiento nacional e internacional, por su capacidad de incidencia local en proyectos productivos para su comunidad. Su forma de trabajo articula esfuerzos sociales, de mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas, que se piensan desde la defensa y la permanencia de su territorio.

Como Asociación MINGA, continuaremos acompañando al Movimiento Campesino de Cajibío, para cantarle al viento, pasando tormentas y construyendo huellas de esperanzas.

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