Una tormenta amenaza con destrozar el campamento que construyeron los campesinos de Norte de Santander, Cesar y Sur del Bolívar para vivir durante el paro agrario. Mientras las nubes negras y cargadas atraviesan el paisaje, dos jóvenes se preparan para rapear. Sus nombres son René y David y vienen del corazón del Catatumbo. Dicen que se llaman Reyes Magos y que el tercero no pudo acompañarlos porque lo operaron recientemente.
Durante las últimas semanas su pueblo estuvo en boca de todo el país. René, David y Melquin, el que falta, viven en Filo El Gringo, el corregimiento de El Tarra (Norte de Santander) donde el ELN secuestró a varios periodistas. Por esos días empezó a correr el rumor de que este municipio era el más peligroso del país y Filo El Gringo era el peligro dentro del peligro. No hubo una voz fuerte que dijera lo contrario.
Esa voz es la que los tres jóvenes campesinos quieren hacer oír. René explica: “Ya sabemos que el Catatumbo es un territorio olvidado. Pero no cuando se trata de militarizar: hay 17 mil soldados y quieren meter más. Pero no hay inversión social. A los campesinos nos estigmatizan y nos tratan de guerrilleros”. Ellos no niegan que en la zona haya grupos armados ilegales. Lo que reclaman es que son más los campesinos con necesidades. “Acaban la guerrilla a bala, listo, ¿y luego qué pasa? —se pregunta David—. Quedamos nosotros con los mismos problemas de siempre”. Cuando se fue a estudiar por fuera de El Tarra, a René le decían “guerrillerito” solo por haber vivido allí.
Ese es el estigma que quieren borrar. A través del arte están buscando formas de hacerlo. René, confirma la gente de su tierra, además de rapero es el único muralista del Catatumbo. David, por su parte, lleva varios años trabajando con grupos de teatro. El arte les funciona en doble vía: por un lado, aseguran, ayuda a alejar a los jóvenes de los grupos armados, y, por otro, es un canal de denuncia y expresión. Yamid, un líder de jóvenes catatumberos, dice que en esa región nunca nadie había rapeado. Desde hace siete años, con grupos de niños y adolescentes, en el marco del Comité de Integración Social del Catatumbo (Cisca), empezaron a experimentar actividades artísticas. Crearon grupos de teatro y escuelas musicales. “Nos dimos cuenta de que el arte podía ser una buena forma de fortalecer los procesos de jóvenes”, explica Yamid.
Actualmente trabajan con alrededor de 400 menores. Los tres Reyes Magos surgieron en el seno de un colectivo de jóvenes en Filo El Gringo llamado Lazos de Unión. Hacen parte del movimiento campesino y esos son los temas que plasman en sus letras. Le cantan a la tierra, a la esencia del trabajo en el campo, al abandono estatal. Le responden al estigma de la sociedad, al control territorial que han impuesto los armados en sus territorios y a la presencia de multinacionales mineras que explotan la región. “Sabemos que vivimos en un lugar donde muchas cosas son difíciles de entender para la gente de afuera —dice René—. Por eso rapeamos. Para que se enteren de que somos miles de civiles que terminamos en medio de los enfrentamientos, de los combates”. Su mensaje ha calado en la región, de puertas hacia adentro. Han recorrido el Catatumbo generando conciencia y compromiso a través del rap.
Muchos otros jóvenes de la zona los conocen y se animan a intentarlo también. Ellos, cada que pueden, dictan talleres para motivar a los más pequeños. Yamid explica que el abandono del Estado es el que ha permitido que muchos de los jóvenes del Catatumbo terminen en los grupos armados. “Lo contrario al abandono es el acompañamiento —apunta—, y si no lo dan ellos pues nos toca darlo a nosotros. Para eso son estos procesos que tenemos con muchachos. Pero necesitamos apoyo para que ese acompañamiento no resida solo en nosotros. Porque a veces no es posible para nosotros hacerlo todo solos”. Cuando los procesos con los jóvenes no son interrumpidos, dice Yamid, es muy probable que sirvan como trampolín para alcanzar otras esferas del movimiento social. Varios han sentido curiosidad por meterse en la discusión política, que en gran parte del Catatumbo tiene su mayor alcance a través de las Juntas de Acción Comunal.
De los comités de jóvenes empiezan a llegar a esos espacios experiencias, críticas y recomendaciones para construir políticas enfocadas en niños y adolescentes. “En esos muchachos que llegan a las Juntas hemos visto una intención muy bonita por mejorar todo lo que pasa en sus territorios”, concluye Yamid. Mientras esperan la mano de un Estado que ha sido intermitente en sus territorios, René, David y Melquin siguen inspirándose en lo que ven para componer sus canciones.
Cuentan que muchos se les han puesto bravos por las letras, por las denuncias y los señalamientos, pero a ellos no les da miedo ni piensan detenerse. Están dispuestos a tener cuantos debates hagan falta con quienes no están de acuerdo y resaltan que, por encima de todo, como campesinos, tienen todo el derecho de exigirle al Gobierno, a los grupos armados y a las multinacionales el respeto a la vida.