Hoy 12 de abril se conmemoran 10 años de la masacre del Alto Naya, región del Suroccidente colombiano, donde fueron asesinadas 50 personas aproximadamente, y todavía continua el terror, la persecución y la violencia para los sobrevivientes y familiares de las víctimas. 

Los antecedentes a la masacre del 2001 fueron los secuestros de la Iglesia la María y el Kilometro 18 realizados por el ELN, lo cual afecto completamente a la comunidad del Alto Naya, la cual fue tildada como auxiliadora de la guerrilla, y declarada objetivo militar por el Bloque Calima de los paramilitares, el cual irrumpe en la zona del Cauca en el 2000.

Empezada la arremetida paramilitar a comienzos del milenio en el Alto Naya,  las comunidades pusieron en conocimiento la situación crítica de orden público ante la presidencia de la republica, la defensoría, la procuraduría, incluso ante las Fuerzas Armadas, pero no fueron escuchados.

Ocurrida la masacre, y comenzada las denuncias realizadas por los sobrevivientes de la masacre y los familiares de las víctimas, solo han recibido señalamiento  y abandono por parte del estado colombiano, inclusive en las audiencias públicas han sido callados.

Lo paradójico de la situación han sido las declaraciones de los comandantes del Bloque Calima en el proceso de paz adelantado por el gobierno de Álvaro Uribe con los grupos paramilitares, los cuales ratifican las denuncias hechas por las víctimas, donde involucran políticos, empresarios y militares en la masacre del 2001.

Del 9 de abril al 11, las comunidades del Alto Naya realizaran un acto de conmemoración de la masacre y homenaje a las  víctimas, donde se hará desarrollara una audiencia pública y cultural entre los municipios de Santander de Quilichao y Timba, epicentro de los asesinatos.

De igual manera, en semana santa, las comunidades del Naya harán una marcha pacífica en Popayán en honor a sus víctimas, y en los meses de junio y julio se movilizaran a Bogotá, para exigirle al gobierno nacional el esclarecimiento de los hechos, la impartición de justicia, y una reparación, esta ultima contemplada como un plan de vida del tejido colectivo y no una indemnización material.