Durante los días 4 y 5 de noviembre el Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA) desarrolló un seminario sobre la problemática de los cultivos ilícitos en esta región del nororiente colombiano. El encuentro abordó cuatro bloques: el primero buscó caracterizar la actualidad del fenómeno, concentrándose en la reducción del cultivo de alimentos en contraste con el crecimiento de coca cultivada. El segundo bloque analizó el estado de la implementación de los instrumentos PDET y PNIS* y su impacto en la región. El tercero, los cambios de enfoque sobre la problemática de cultivos ilícitos que ocurren en la actualidad a nivel internacional. Y, por último, se discutieron alternativas desde el campesinado para enfrentar el aumento de los cultivos y recuperar la capacidad de producción agroalimentaria de la región.
El encuentro se desarrolló en el corregimiento de San Juancito, municipio de Teorama. Allí se congregaron cerca de 100 líderes y lideresas municipales de toda la región. Esto permitió construir un panorama general del fenómeno, así como un balance cercano del estado de la implementación de los programas para la transformación territorial acordados en el proceso de paz.
En relación al panorama de la situación de los cultivos en la región, se insistió en cuestionar el rápido avance que ha tenido el fenómeno en los últimos años. En 2014 se contaban 6.944 hectáreas, mientras que en 2021 la cifra llegó a 42.565, según datos del Observatorio de Drogas del Ministerio del Interior. Los y las lideresas destacaron los impactos que tuvo esto tanto en la estructura de la producción alimentaria, la cuál ha sido gravemente afectada, poniendo a los habitantes en situación de riesgo de inseguridad y falta de soberanía alimentaria, como en las economías familiares, antes vinculadas a la rica diversidad productiva de la región, hoy en muchos casos dependientes del último eslabón de la economía de los cultivos ilícitos.
En cuanto a la implementación de los PDET y PNIS, el manejo que han tenido en la región manifiesta una distorsión de su planteamiento inicial. A pesar de que la región se propuso como un escenario piloto de la implementación del PDET por medio de la estrategia Catatumbo Sostenible, lo que dejaron los cuatro años del gobierno de Duque es una simulación de la implementación en la que se subordinó estos instrumentos a los planes de consolidación regidos por el Consejo Nacional de Seguridad y a las líneas trazadas por el Plan Nacional de Desarrollo. Esto implicó que sobre los factores estructurales de transformación que debían abordar ambos programas no se hayan arrojado resultados sustanciales, dejando de lado la mirada integral del territorio y su transformación. En cambio, se han presentado iniciativas que son parte de la misionalidad del Estado, por ejemplo dotación de centros educativos o construcción de tramos de placas huellas, como resultados de la implementación de lo acordado en La Habana.
En cuánto al plano internacional el encuentro saludó la posición sostenida por el Gobierno Nacional ante diferentes organismos multilaterales que lo posicionan como parte de los liderazgos para cambiar la fracasada política de guerra contra las drogas. En este sentido, los líderes y lideresas regionales alentaron la búsqueda de alternativas que apunten a la regulación de los usos de la hoja de coca con base en el enfoque de la soberanía alimentaria, donde se prioricen en particular los derechos del campesinado y del pueblo Barí, conjuntamente con los de la biodiversidad de la selva catatumbera.
Todo ello permitió afirmar un compromiso con la consolidación de un Catatumbo biodiverso y agroalimentario, con fortalecimiento de los procesos comunales y campesinos, que se articule a la superación del fenómeno de los cultivos de uso ilícito a partir de la plena implementación de los instrumentos del acuerdo de paz y la superación del enfoque fracasado de guerra contra las drogas. Para que este camino sea firme, urge fortalecer y articular todas las organizaciones y comunidades en la conciencia ambiental, la identidad territorial y cultural, el conocimiento objetivo de nuestras realidades, la cualificación de las alternativas en todos los aspectos de la vida catatumbera, y en la capacidad de gestión comunitaria y de coordinación con la gestión institucional. Desde estas perspectivas, los y las participantes del evento, acompañado por la Asociación MINGA, Indepaz y Fescol; afirmaron su interés de articularse a las iniciativas de transformación lideradas por el Gobierno Nacional desde una mirada crítica y autónoma, que buscará participar de la construcción de futuro desde la diversidad que caracteriza la vida social y política nacional.