Hoy, las calles de Toribío recuerdan lo ocurrido hace nueve años. El 11 de julio de 2002,  el pueblo quedó en escombros luego de 26 horas de enfrentamientos, destrucción, miedo y terror.

El pasado sábado 9 de julio, las poblaciones del campo y el casco urbano se encontraron para abastecerse en el día tradicional de mercado.  Este día, una chiva-bomba impactó el Puesto de Policía, al tiempo que otro explosivo fue activado en la sede del Banco Agrario. Las empleadas y los quince clientes que en este momento estaban en la institución crediticia  cuentan que sólo tuvieron 20 segundos para evacuar. La detonación  se acompañó de un fuerte cruce de disparos.  Las FARC lanzaron todo tipo de pipetas y “tatucos” de manera indiscriminada destruyendo las casas de la comunidad y las pocas instituciones civiles existentes.

La acción armada del 9 de julio tiene una gran diferencia con la ocurrida en el 2002. En aquella toma el Puesto de Policía fue destruido junto con las viviendas a su alrededor. Hace una semana fueron destruidas en su totalidad cien viviendas y quedaron con diferentes grados de afectación otras 374. El puesto de Policía sigue en pie con mínimas afectaciones.

El saldo final de los  hechos del 9 de julio de 2011 fueron: 480 familias damnificadas en sus viviendas, tres civiles y un militar muertos, 128 personas heridas, entre ellos 17 niños y niñas. Otros mil no podrán asistir a clases debido a la destrucción total de la escuela. Aún falta  dimensionar los impactos psicológicos que hoy sufre la población y  en particular los niños y niñas, quienes a partir de este ataque manifiestan miedo, temor y desesperanza.

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