En este país se ha pretendido hacer desde hace más de 200 años un Estado en el cual no cabemos todos los pueblos, provocando múltiples y permanentes conflictos en diferentes ámbitos de la sociedad, varios de ellos llevados a la confrontación armada. La amplia diversidad que somos ha sido desconocida por quienes han pensado construir la nación a imagen y semejanza de sus ambiciones capitalistas, imponiendo ese estrecho Estado monocultural y autoritario con el que sostienen sus privilegios.
El año pasado los indígenas Nasa del norte del Cauca agrupados en la ACIN, respondieron una vez más al conflicto armado sobre sus comunidades y sus territorios, que ya dejaban una docena de civiles muertos y una alta destrucción de su infraestructura. El país y el mundo conocieron entonces esta realidad cuando la guardia indígena retiró el puesto militar ubicado en el Cerro Berlín; luego de esa acción, la ACIN ha participado en varias iniciativas en la búsqueda de la paz y una salida humanitaria.
El Estado racista, centralista y guerrerista se pronunció en contra del pueblo Nasa, calificándolo como separatista y señalándolo como instrumento de la subversión, con lo que evadió el cuestionamiento a su responsabilidad constitucional, en tanto garante supremo de la vida y la convivencia de los colombianos. Pero sobretodo, se encubrió el repudiable hecho de que estos gobiernos si despedazan el país para entregarlo al extractivismo transnacional. En realidad ésta es la razón fundamental por la que no aceptan que las comunidades en las regiones decidan sobre el ordenamiento de sus territorios.
Desde los años 80 el pueblo Nasa ha asumido consecuentemente los mandatos de los Congresos de la ONIC sobre unidad, cultura y autonomía. En el Cauca, la realización de los mandatos de los Congresos del CRIC de liberación de la madre tierra, ha tenido a la ACIN como uno de sus protagonistas. Y desde que el conflicto armado se ha acrecentado en sus territorios, la ACIN ha sido persistente en la necesidad de establecer los diálogos regionales con todos los actores, con el fin de posibilitar acuerdos humanitarios; diálogos que los gobiernos nacionales han prohibido una y otra vez.
La irrupción de los pueblos indígenas en los procesos sociales y políticos de América Latina, ha permitido nuevas lecturas, nuevos sujetos y nuevas formas de construir poder para las históricas luchas libertarias y socialistas de este continente. Quienes andamos en Congreso de los Pueblos, reconocemos esa presencia en los orígenes y desarrollos de nuestro proceso, particularmente de las comunidades indígenas del Cauca. De la misma manera hemos asimilado en nuestro trasegar las visiones y prácticas de las culturas de resistencia afros, campesinas, obreras y populares.
Con esta mirada sobre el carácter del conflicto, su expresión en el Cauca y sus actores fundamentales, hoy vemos con profunda preocupación el rumbo que empieza a tomar la radicalización de las diferencias en el Norte de ese departamento. No hay un momento de nuestra historia reciente en el que más precisemos de la unidad como el de ahora, cuando estamos disputando un camino hacia la paz con quienes han mancillado sistemáticamente la dignidad de los pueblos y del país. Ahora es cuando menos podemos perder la perspectiva de nuestras luchas, que con todos los costos, nos han posibilitado llegar a estos escenarios en los que hay una aceptación de la necesidad de replantear los modelos que tienen al país en crisis.
La división es la estrategia principal que ha mantenido este régimen que nos amarga la vida. No podemos ser su instrumento legitimador en esta hora crucial. Las diferencias llevadas a la violencia verbal y física, facilitarán la imposición de una paz que no es la nuestra, contraria a la Colombia que queremos los pueblos. El nuevo país que estamos haciendo no es autoritario, es un proceso consciente y emancipatorio. Coloquemos los reconocimientos como procesos políticos por encima de la descalificación y el señalamiento; y en especial, reconozcamos a las organizaciones sociales como actores legítimos, con capacidad de decidir sobre el rumbo del país.
Los pueblos no podemos seguir dirimiendo nuestras diferencias a través de comunicados, los cuales son tergiversados y manipulados por los monopolios de la información. Se hace urgente el debate directo, en el cual desde el respeto y la fraternidad que nos merecemos, abordemos con transparencia y con el mejor ánimo, los problemas y sus soluciones.
Llamamos a las organizaciones populares de la tierra caucana, a establecer un espacio de conversaciones para superar nuestras dificultades y contradicciones, desde los intereses históricos que han empujado nuestras luchas sociales y políticas. En ese propósito, que echemos a andar el Encuentro Interétnico e Intercultural donde acordemos instrumentos propios para la resolución de los conflictos y dando curso al mandato del congreso para a paz, que establezcamos espacios de diálogos regionales, haciendo valer las autonomías populares.
Cuenten con el Congreso de los Pueblos en ese camino de construir la paz y la unidad popular.
Fraternalmente,
CONGRESO DE LOS PUEBLOS
EQUIPO DINAMIZADOR NACIONAL
Bogotá, mayo 27 de 2013