Si se abriera el telón, hallaríamos que detrás de los grandes líderes del país,
atrás de las bambalinas de las voces masculinas que exigen justicia;
Siempre han estado las mujeres dignas y renacientes,
aquellas voces acalladas que tejen las rasgaduras
de una Colombia que anhela la paz.
Desarraigar el sistema patriarcal y construir y visibilizar las propuestas para la vida digna desde la mirada de las mujeres campesinas ha sido la apuesta que el Coordinador Nacional Agrario – CNA – ha buscado con la Escuela de Formación Político Ideológica de Mujeres Campesinas, Negras e indígenas en las diferentes regiones de Colombia como Chocó, Huila, Bolívar, Cauca, Catatumbo y Nariño.
Este escenario promovido por el CNA, ha sido acompañado por diferentes organizaciones como la Asociación MINGA con la intención de fortalecer la participación política de las mujeres en el movimiento social y reconocer el valioso aporte que ellas tienen en la construcción de paz territorial.
Sin embargo no solo la Escuela de formación ha sido un escenario de encuentro y fortalecimiento organizativo; pues las Asociaciones, Colectivos, Comités y Redes que se suman a esta iniciativa han promovido históricamente en cada una de sus regiones diferentes acciones que trascienden las sesiones de la escuela, generando espacios de diálogo y transformación al interior de las organizaciones campesinas.
Fue así como en el pasado 8 de marzo en diferentes regiones del país las mujeres campesinas también conmemoraron el día de la Mujer Trabajadora; mientras en las ciudades algunas mujeres suspendieron sus actividades cotidianas para demostrar el valor de su fuerza laboral, en el campo se pronunciaron en un grito común no solo por las precarias condiciones laborales de un país como Colombia, sino también por la militarización de los campos, la reestructuración del paramilitarismo, la persecución a los líderes y lideresas y la violencia de género.
Las calles y los campos se llenaron de danzas, tambores, cánticos, expresiones artísticas y arengas de memoria y hermandad; y como en este día la voz de las mujeres rurales no podía faltar, en San Lorenzo, Nariño, una vez más se unió la complicidad de crear e imaginar que otras realidades en la familia, la vereda, la región e incluso en el país son posibles.
En este municipio nariñense habitado por gente trabajadora, reverdecido por su fuerza transformadora y engalanado por la majestuosidad de sus montañas, la “Red Social de Familias Lorenceñas Las Gaviotas” ha promovido la conmemoración de este día durante los últimos diecisiete años para enunciar que aún hay mucho por hacer. Cuentan las mujeres forjadoras de esta Red, que en principio el municipio era reconocido por su fuerte talante conservador, lo que dificultaba el reconocimiento de las mujeres como sujetas políticas, razón que motivó a fortalecer el trabajo comunitario a través de las escuelas agroecológicas y la formación de líderes y lideresas que trabajaran por la identidad campesina, la integración, la autonomía de las mujeres y la movilización.
Hoy este municipio que hace parte del Territorio Campesino Agroalimentario del Norte de Nariño y Sur del Cauca, cuenta con una política pública construida por mujeres para mujeres; una ganancia que ha sido resultado de un fuerte trabajo colectivo, de la construcción del pensamiento y la cosecha de la experiencia que deja la organización campesina.
Por eso la conmemoración de este año no podía ser la excepción, pese a que el 8 de marzo las chivas que transportarían a las mujeres hacia el lugar de encuentro se hallaban ocupadas resolviendo el transporte corregimental e interveredal de los niños y niñas hacia la escuela, la fecha no se podía dejar pasar… por ello, en razón de esta conciencia colectiva y comprometidas con los cambios que todavía faltan por hacer, el sábado 11 de marzo las mujeres y los hombres se dispusieron a juntoandar, a reencontrarse en el municipio para reivindicar sus derechos y visibilizar los aportes que las mujeres trabajadoras del campo hacen continuamente desde sus territorios.
La lluvia, los derrumbes y las carreteras maltrechas tampoco fueron un impedimento para reencontrarse, las mujeres lorenceñas una vez más marcharon con pancartas que pronunciaban sus derechos, proclamaban la defensa del territorio y enunciaban la presencia de cada uno de sus corregimientos.
Luego de esto la mística llegó y junto al agua, la tierra, el aire y el fuego las mujeres y la Guardia Campesina armonizaron sus espiritualidades para cuidar y proteger el territorio. La tarima se llenó de pensamiento, y en las diferentes intervenciones se habló de la importancia de seguir tejiendo el mundo a través de la palabra, del intercambio de saberes, del cuidado del agua y de la vida misma, de la protección del territorio y del autogobierno.
Recordaron también que el origen de esta fecha se remonta al lamentable suceso de las 129 obreras en huelga que murieron incineradas al protestar ante las extensas jornadas de trabajo, y a la vez reconocieron que esa no es una historia del pasado o de un lugar lejano, pues mencionaron las mujeres asesinadas que se suman a la lista de más de 120 líderes y lideresas acallados en el país.
Mientras las palabras fluían por la plaza, el trueque de huevos, semillas, frutas y verduras, se intercambiaron como los conocimientos, reconociendo que las mujeres campesinas han sido tejedoras del pensamiento, transformadoras del alimento y las ideas, precursoras de la justicia alimentaria, guardianas de nuestras raíces culturales, expertas en semillas, conservadoras de la biodiversidad del mundo, mujeres que se ubican en un lugar de resistencia y que recomponen este país deshilachado.
Por ahora los retos para las mujeres lorenceñas siguen siendo bastantes, pues se hace necesario que las organizaciones locales sigan consolidando su poder de autogestión, fortaleciendo la propuesta de los Territorios Campesinos Agroalimentarios, fomentando el cuidado y la diversidad de las semillas amenazadas por el modelo agroindustrial y los transgénicos; sigue siendo un reto que se reconozca el trabajo de las mujeres como un aporte a la economía familiar, y que las mujeres y los hombres anden hombro a hombro para resguardar la memoria ancestral.
Por ello al finalizar la invitación que la Red Social de Familias Lorenceñas Las Gaviotas hizo hacia el país, fue dirigida a todas las mujeres y hombres campesinos, para que desde su quehacer sigan haciendo conciencia; velando por el reconocimiento y el valor del trabajo de las mujeres que continuamente pasa inadvertido; para que se reconozca el papel social y político de las mujeres frente a la lucha contra las transnacionales, el respeto por la identidad campesina y la protección y cuidado del territorio.