Los avatares de los Inkal Awá (awapit) o gente de la montaña, habitantes del territorio nariñense no son ficción ni epopeyas mitológicas; son pensamiento, historia, memoria y cultura en el entorno natural y el cosmos, proveniente de la “Barbacha” del árbol grande: su ley de origen. 

Son el pensamiento negado y ocultado por el eurocentrismo y el mestizaje latinoamericano que consideraron y consideran ser protagonistas de la historia y la civilización humana, mayorías que han reducido a quienes hasta hace poco han dejado de ser considerados salvajes en la legislación colombiana, aunque  sigan siendo sometidos a la violencia simbólica institucional y social de ser minorías, y a la violencia política cuando se resisten a la dominación, en este país que se dice de los derechos.

Los Awá, se consideran los cuidadores naturales de bosques y de la vida en las montañas andinas. Para esto, han tenido que aprender a caminar la palabra para que otros mundos escuchen sus voces de angustia ante la violencia que se ha ensañado contra ellos.

Conservar su pensamiento de pueblo, ha significado defender sus haceres y saberes, del mismo modo, su mundo y dimensión de la vida unida al territorio; no ha sido una apuesta simplemente altruista. Se trata de protegerse como protectores del vasto territorio, rico en biodiversidad, y recursos minerales interconectados con la vida humana en permanente riesgo de intereses económicos y políticos. Se trata de conservar la identidad de cerca de 30 mil indígenas apostados al lado y lado de la frontera colombo ecuatoriana.
Defender su pensamiento, ha significado persecución, amenaza, desplazamiento y pérdida de vidas humanas: sus familiares, amigos, sus dirigentes y guardias, igualmente sus mujeres niñas y niños, con el propósito de romper el cordón umbilical Awá con el territorio y su cosmoambiente. Sin embargo continúan valientes enfrentando cada una de estas agresiones.

Asociación MINGA
Junio 8 de 2017