El Comité de Integración Social del Catatumbo, CISCA, es la versión actual del agrupamiento de resistencias, alternativas y promesas que han signado la gallardía histórica de los pueblos indígena y campesino de esta región, desde la colonización petrolera hasta la carbonera, que ya anuncia otro siglo de miserias, violencias y devastación ambiental.

 En ese permanente forcejeo por el territorio entre la vida y la ambición, por los comienzos de los años 90, las juntas comunales, las cooperativas, las tiendas comunitarias, los festivales culturales y los movimientos cívico-políticos, debieron enfrentarse a la codicia empresarial y gamonal que no aceptó de buena gana que su hegemonía económica y política fuera puesta en cuestión y aplicó su ley: donde pone el dólar pone la bala.

A mediados del 2004, cuando los odios al servicio de los capitales apenas anunciaban su desmovilización, el Catatumbo se reencuentra en San Pablo, en el municipio de Teorama, bajo el amparo de la campaña “Integración, Vida y Territorio”.  Allí se renueva el compromiso de integrar socialmente el territorio en torno al Plan de Vida y la apuesta de región de este proceso que desde entonces se llama CISCA.

La restauración del tejido comunitario adoptó nuevas formas sobre la base organizativa tradicional: el movimiento comunal, y florecieron múltiples asociaciones hasta desarrollar frecuentes encuentros y acciones de todo el Catatumbo en torno a diversos aspectos: los cultivos ilícitos, los recursos energéticos, la memoria colectiva, las mujeres, los jóvenes, lo cultural y  lo ambiental.

Hoy el CISCA ha logrado relacionamientos en varios sectores sociales y políticos, nacionales e internacionales, especialmente a través del Coordinador Nacional Agrario y la red mundial Vía Campesina, así como por su participación en otras plataformas sociales y de derechos humanos. Igualmente en las esferas gubernamentales, políticas y militares inclusive, es reconocida su interlocución en los asuntos relacionados con el Catatumbo.

Los retos del CISCA ahora están centrados en hacer valer su Plan de Vida para el Catatumbo ante la nueva intervención que los capitales transnacionales han urdido sobre su biodiversidad y sus recursos mineros y energéticos, cuyas estrategias se articulan en el llamado Plan de Consolidación Territorial. Y ahí la Asociación  MINGA mantendrá su trabajo y compromiso buscando afirmar las esperanzas de futuro para la gente catatumbera de la mano del CISCA.