William Sinisterra fue ultimado el 28 de agosto a las cinco de la tarde por presuntos grupos paramilitares, quien no tuvieron empacho en balear al pescador que se encontraba en compañía de su hija de nueve años.
Los hechos ocurrieron en el municipio de Guapi, puntualmente en el barrio Santa Mónica, lugar de fuerte presencia paramilitar.
Sinisterra fue reclutado por la fuerza a inicio de 2001 en Puerto Saija, municipio de Timbiqui, por grupos paramilitares quienes le obligaron a servirle de motorista.
La participación de Sinisterra en la Mesa de Prevención de la Defensoría del Pueblo, a mediados de 2001, le ocasiono la amenaza paramilitar que le obligo a desplazarse.
Dado que Acción Social de la Presidencia de la República no permitió el reconocimiento de su condición de desplazado, y que se condición económica se hacía cada vez más difícil, Sinisterra debió regresar a Guapi junto con sus siete hijos, encontrando allí la muerte.
El caso de William Sinisterra habla de la cotidianidad de los campesinos y las victimas del conflicto social, político y armado colombiano, las cuales no solo deben padecer los desmanes de los actores armados, sino la negligencia e inoperancia de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento y respeto de los derechos humanos.