El día de hoy miércoles 10 de diciembre de 2014 los habitantes del Municipio de El Tarra, Norte de Santander, levantan sus voces para decir que no están dispuestos a padecer de nuevo las oscuras noches de terror que dejaron tras de sí los grupos paramilitares. El pasado mes de octubre circularon panfletos con amenazas de muerte a nombre de las Águilas Negras, en el momento de mayor presencia de fuerzas armadas y de seguridad de que se tenga registro en la historia de este municipio.
El campesinado que habita la región del Catatumbo, ha mostrado su tenacidad para recomponerse ante las situaciones más difíciles, entre ellas el abandono estatal, la marginalidad, la oscura noche paramilitar, las ejecuciones extrajudiciales, el conflicto armado, entre muchos otros factores.
La herramienta fundamental ha sido el movimiento comunal, a través del cual se genera organización para permanecer en el territorio y exigir condiciones de vida digna. Este movimiento constituye así mismo, la principal herramienta, el principal aporte que ofrecen las y los pobladores del Catatumbo para construir la paz, pues representa para el campesinado capacidad de gestión, ejecución, gobierno propio, autonomía para decidir, y la expresión máxima de democracia, pues las Juntas y Asociaciones de Juntas de Acción Comunal son en la práctica asambleas del pueblo decidiendo sobre su futuro.
El movimiento comunal del Catatumbo demanda hoy mayores niveles de fortalecimiento, de independencia, que le permita ser reflejando los intereses propios, los sueños y las esperanzas de las comunidades. El movimiento comunal está llamado en este momento de la historia, a jalonar la construcción de la paz, aquella entendida como justicia social, que de ninguna manera puede ser profundización de la guerra. Aquella paz que se construye de manera autónoma, sin intermediarios.
Esta condición demanda del Estado garantías de participación, de mejoramiento real de las condiciones vida, de acceso real a la educación y a la salud de calidad, a la tierra y la territorialidad, en su conjunto demanda el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos.
Pero sobre todo, exige del Estado garantías de no repetición, y la aparición de panfletos en El Tarra sobre amenazas a nombre de las Águilas Negras, son una alerta que debe movilizar, levantar con valor las voces para decir que no es suficiente conocer la historia para que esta no se repita, hay que luchar una y otra vez contra aquellos que se oponen a la permanencia del campesinado con su identidad y su cultura en el Catatumbo, aquellos que se oponen a un mañana de vida digna, justicia social y por tanto paz, para los habitantes históricos del campo.
CISCA, El Tarra, Diciembre 10 de 2014