A pesar de haberlo negado públicamente y de manera sistemática, el actual director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, continúa limitando los espacios para que las víctimas de crímenes de Estado podamos narrar nuestras memorias y reconstruir la historia oscura y oculta de la violencia sociopolítica y el conflicto armado interno que nos ha sido negada por más de seis décadas.
Según una publicación a la que tuvimos acceso por redes sociales, el miércoles 5 febrero de 2020 se realizará la ceremonia en la que se pondrá la primera piedra del Museo de Memoria de Colombia. Sin embargo, nuevamente las víctimas de crímenes de estado y las organizaciones de derechos humanos no fuimos invitadas.
Hemos visto en su dirección una clara intención de privilegiar o sobreponer unas memorias sobre otras llegando a negar la memoria de las víctimas, muestra de ello es la ley 1979 del 25 de julio del 2019, la cual estipula en su artículo 9º que: “El Centro Nacional de Memoria Histórica, creado por el artículo 146 de la Ley 1448 de 2011, dispondrá de un espacio físico en el Museo de la Memoria destinado a exponer al público las historias de vida de los Veteranos de la Fuerza Pública, exaltando particularmente sus acciones valerosas, su sacrificio y contribución al bienestar general”.
Por lo anterior, desde el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) y la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos (CCEEU) hemos decidido realizar un plantón paralelo a la ceremonia citada por el CNMH.
Esta iniciativa no surge únicamente porque Darío Acevedo no haya contemplado a las víctimas de crímenes de estado y las organizaciones de derechos humanos para la realización del acto de inicio de construcción del Museo de la Memoria de Colombia. Hemos evidenciado y hecho públicas en otras ocasiones las razones por las que consideramos que Darío Acevedo no es la persona idónea para dirigir un espacio tan importante para las víctimas y la memoria de todo un país.
Las víctimas y la sociedad en su conjunto, queremos conocer la realidad de lo sucedido, nuestra historia, aportar en la elaboración de un relato colectivo, contar con una memoria pública y, además, incentivar la apropiación de esta por todas y todos los colombianos, mediante la construcción de un Museo pensado con y para las víctimas.
En este museo las víctimas no queremos el lugar pasivo que han querido que ocupemos, no queremos que nuestras memorias se nieguen o se cuenten a medias. Queremos hacer efectivo el derecho a ser oídas y poder contar la verdad, que este sea un lugar vivo, con nuestras voces, y que contribuya a que el pasado-presente violento no quede en el olvido, sino que, por el contrario, perviva en la memoria colectiva de la sociedad.
¿Qué tipo de garantías tenemos las víctimas para ser oídas y poder contar la verdad a la sociedad? Al parecer ninguna y sabemos que aun de esa verdad, falta mucho por ser narrado y revelado. No hay muchas esperanzas para las víctimas en un Museo que le cierra las puertas a nuestras memorias y las abre a las verdades oficiales.
Muestra de ello, es el reciente nombramiento de Fabio Bernal Carvajal, como director del Museo de Memoria de Colombia, quién ha ejercido como asesor en el proyecto “Sala de la memoria y la dignidad de la Fuerza Pública”, museólogo en la Escuela Superior de Guerra, asesor de proyectos en el Comando General de las Fuerzas Militares para la construcción de la memoria histórica de esta institución e investigador de la línea de museología y museográfica para la Policía Nacional de Colombia[1].
Consideramos que este nombramiento limita la construcción de la memoria colectiva y la elaboración de una historia crítica que permita esclarecer lo sucedido en el país. No podemos dejar de mencionar, otra de las censuras al proyecto del Museo de la Memoria de las víctimas. En un audio ampliamente conocido, el señor Acevedo aseguró que, “va a haber cambios en el guion”[2] y que la construcción conceptual del mismo ya no tendrá en cuenta las propuestas de las víctimas, sino que estará a cargo de un grupo de “expertos” contratados por él, quienes decidirán qué publicar o no y cómo hacerlo.
A esto se suma la firma del reciente convenio suscrito por el CNMH y Colciencias, el cual afianza la directriz de otorgar y reorientar 5.600 millones de pesos a instituciones privadas e investigadores afines a visiones guerreristas[3].
Darío Acevedo, se burla y borra las formas de representar y relatar a través de metáforas relacionadas con el agua, la tierra y el fuego, las memorias de dolor y resistencia de las víctimas que participaron en la construcción del guion del Museo de la Memoria. Tiene la osadía de decir que “poner a hablar a un río” es asunto de obras literarias. Las víctimas creemos que durante décadas los ríos también hablan y son testigos de los imborrables crímenes que hemos vivido.
Bajo la administración de Acevedo, no solo se censuran las narrativas de las víctimas que cobijará el Museo de la Memoria, también las investigaciones que dan cuenta de las estrategias de los mal llamados “terceros”, gremios económicos o elites políticas que actuaron como financiadores de ejércitos privados[4].
La promoción de este tipo de actuaciones niega el derecho a conocer la verdad e impone una memoria revisionista que tergiversa lo sucedido frente a la historia del conflicto armado y la participación del Estado en él.
Para las víctimas son inaceptables las actuaciones que promueven formas que quieren ocultarla, porque permiten que se sigan justificando ante los familiares de las víctimas y a la humanidad en general que, los atroces crímenes perpetrados por la Fuerza Pública se realizaron en el marco de una guerra en el que las comunidades resultaron consideradas objetivo militar.
El Museo de la Memoria de Colombia no puede ser un espacio para resaltar las historias de vida de agentes de la fuerza pública como una apología a la guerra y mucho menos un recinto para glorificar la imagen de uno de los actores armados que perpetúan el conflicto, legitima las políticas del terrorismo de estado y avala los hechos atroces cometidos por la fuerza pública.
De acuerdo con lo mencionado anteriormente, las víctimas de crímenes de estado exigimos la renuncia de Darío Acevedo como director del CNMH, pues sus actuaciones no solo afianzan los mecanismos que perpetúan la impunidad, también dejan a las víctimas y a la sociedad condenadas al ocultamiento de las violaciones, promoviendo el olvido que da lugar a repetir de nuevo los hechos.
No podemos retroceder en el reconocimiento de la existencia del conflicto armado y la violencia sociopolítica en Colombia, a través de la instauración de discursos negacionistas que avalan la posibilidad de censurar la memoria y atentan contra el derecho a la dignidad de las víctimas.
[1] https://www.linkedin.com/in/fabio-bernal-carvajal-17aba04a/?originalSubdomain=co https://web-html.com/CNMH2/wp-content/uploads/2020/01/HV-Fabio-Enrique.pdf
[2] https://canal1.com.co/noticias/audio-revelaria-supuesto-plan-del-director-del-centro-de-memoria-historica-para-censurar-proyecto-para-las-victimas/
[3] https://elcolectivocomunicacion.com/2019/10/10/el-timonazo-del-centro-nacional-de-memoria-historica/
[4] Este es el caso del informe denominado Y a la vida por fin daremos todo. Memorias de las y los trabajadores de la agroindustria de la palma de aceite en el Cesar 1950-2018.