Las horas se van juntando con los días y se convierten en meses y los meses pesan como una carga infinita de recuerdos, recuerdos que son tan terribles que se quieren olvidar o preferiblemente intentar convertirlos en algo inexistente, en algo que jamás ocurrió. La Memoria así puede ser un fastidio, un ejercicio que no vale la pena completar.
Nosotros no creemos en eso. Creemos que lo terrible debe ser contado y que también debe ser contada la manera de soportar lo terrible. Creemos que debe ser contado el mecanismo que nos permite continuar viviendo, que nos pone de cara al mundo con esa visión de la memoria que nos redime y nos consume, que nos guía por la ruta de las nuevas alegrías y miserias, que nos derriba y de nuevo nos levanta, para seguir viviendo.
«… tiene memoria el viento, tiene memoria el frío, tiene memoria el aroma de la flor del monte y tienen memoria los olvidos…» Escribimos esto para narrar la historia del Catatumbo y de Montes de María. Lo escribimos como MINGA, en amistad profunda con La Fundación Manuel Cepeda y la Agenda Caribe. Escribimos los sueños dibujados en cantos y pinturas, dibujadas en llantos y sonrisas. Nos sentamos en Puerto Catatumbo, junto al rio, a rememorar las historias de barbarie y las diversas maneras de salvar el pellejo de la muerte. Nos juntamos en San Jacinto a cantar las historias del Cerro de Maco con los gaiteros milenarios, a darnos cuenta que entre aprendizajes y afectos se nutre la vida de esos hombres y mujeres valientes que nos regalaron historias de jaulas y de pájaros, del aroma infinito de sus vidas.
Hoy recordamos con ellos las miles de historias que desde las fronteras del Cesar, en Rio de Oro, capital del «bola de gancho», han surcado la memoria de estos veinte años increíbles. Veinte años que nos han embriagado de nostalgias y que hoy se alimentan de los cuentos de las mujeres Nasa, las cometas de los pequeños campesinos cajibianos y los viajes absurdos de la enredadera mágica del Putumayo . A ellos y los otros, los innombrados, les legamos nuestra historia.
Hoy somos mejores, hoy somos tierra y memoria de sus frágiles ojos de constancia.