Las voces de los niños, niñas y adolescentes en el Putumayo han empezado a oírse. Ellos, que han crecido viendo a sus familias llorar a los desaparecidos, a los caídos tras las diferentes arremetidas de los armados que históricamente han entrado para apropiarse de sus territorios obligándolos a caminar nuevos rumbos lejos de sus hogares, valientemente han decidido pararse frente a sus padres, docentes, concejales, alcaldes y funcionarios de las diferentes entidades departamentales encargadas de su protección, para exigirles que los tengan en cuenta.
Putumayo es reconocido por la explotación de sus recursos naturales, por sus enormes ríos que contrario a lo que muchos piensan no son de petróleo, aun cuando sus aguas están marcadas por este y por las vidas que allí terminaron tras las arremetidas de los señores de la guerra que se ensañaron con este vasto territorio. También lo es por la marca de violencia que toco cada rincón de los corazones putumayenses y que se convirtió en una razón para que una parte del Estado vuelque su mirada allí. Por esto el departamento se ocupó por distintas unidades que abanderan el apoyo a las víctimas, que pareciera solo fueran las que se organizaron, dejando de lado a los demás, entre ellos a los niños, niñas y adolescentes que hasta el momento habían sido acallados e invisibilizadas.
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