Los Inkal Awá o gente de la montaña, indígenas habitantes del territorio nariñense, decidieron que la explotación comercial de sus ríos y sus montañas y la discriminación hacia ellos debían terminar.
Entonces, hablaron en lengua awapit: “Sukin Wat Uzan: vivir en nuestro territorio y mejorar la calidad de vida”. También era necesario unir esfuerzos de todas sus comunidades, desde las riberas del río Telembí en Nariño, hasta las provincias de Carchi y Esmeraldas en Ecuador, para protegerse de las muchas intervenciones foráneas y conservar su cultura ancestral. Respetando ese mandato, nace en el lado colombiano las organizaciones Unidad Indígena del Pueblo Awá, UNIPA, en 1990 y Cabildo Mayor Awá de Ricaurte, CAMAWARI, en 1992. Estas dos organizaciones, con 20 años de vida han sabido sortear las distintas adversidades provocadas por el hombre blanco, por las empresas multinacionales, por los señores de la guerra, del narcotráfico y de la violencia.
Los Awá, cuidadores naturales de los bosques y de la vida en las montañas andinas, también han tenido que aprender a caminar la palabra para que otros mundos escuchen sus voces de angustia ante la violencia que se ha ensañado contra ellos. Voces cansadas por la violación de sus derechos, por los extraños que sin consulta invaden sus territorios sagrados amenazando su ley de origen, sus cuatro mundos, sus cuatro pilares; unidad, territorio, cultura y autonomía; colocándolos en un escenario de guerra sin fin. Y fue en ese recorrido de la palabra, cuando en el año 2005 la Asociación MINGA atendió el llamado, y entre atención de emergencias, búsqueda de alianzas, protección política y legal, se fueron tejiendo las confianzas, afectos y pactos que hoy día se mantienen por la pervivencia con dignidad de la cultura Awá.
Conservar el pensamiento del gran pueblo Awá, sus saberes, su mundo y dimensión de la vida, reflejada en sus generosos planes de vida; no es una apuesta simplemente altruista. Se trata de proteger a los protectores de un territorio vasto, rico en biodiversidad, en riquezas naturales, en vida. Se trata de conservar a cerca de 30 mil indígenas apostados al lado y lado de la frontera colombo ecuatoriana, para defenderla de la extracción ilimitada de los recursos, de la ambición extranjera y nacional, de las mafias del narcotráfico y de los señores de la guerra. Seguir caminando con los Awá en medio de inmensas lejanías topográficas, es uno de los aprendizajes mayores, compensaciones y desafíos hasta ahora obtenidos en siete años de caminar juntos.