Arauca, la tierra originalmente habitada por los indígenas Arawak fue parte del departamento de Boyacá y camino de paso para la campaña libertadora. Durante siglos ese pedazo de Colombia estaba allá, lejos, distante y sin importancia, hasta que en 1983 estalló una nueva riqueza: el petróleo.
Desde entonces Arauca existe para beneficiar al país, mientras su población continúa en el olvido.Para asegurar la explotación del petróleo, el Estado ha aplicado medidas represivas que unidas al paramilitarismo y a la presencia de grupos guerrilleros, han generado crisis humanitarias de diversas magnitudes.
Las organizaciones sociales araucanas han denunciado estas injusticias en espacios nacionales e internacionales. El gobierno que escucha mal o no quiere escuchar a los que están lejos de sus intereses, ha mostrado un solo lado del poder: el de la sospecha, el del señalamiento contra sus líderes y organizaciones sociales, y el del andamiaje represivo.
Entre tanto y luego de muchas agresiones a la comunidad, y de las fatigosas y largas caminatas por los senderos del Sarare, nace en 1997 la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, para asumir desde las entrañas del pueblo la lucha por los derechos humanos. A partir de ese momento la Asociación MINGA acompaña las exigencias de justicia, verdad y reparación emprendidas por las comunidades araucanas. Representa a víctimas de violaciones de derechos humanos; gestiona la implementación de medidas de protección para el liderazgo social; acompaña iniciativas sociales, humanitarias y políticas impulsadas por el Joel Sierra para que el tejido social araucano perviva con la dignidad que lo caracteriza.