La Minga Social Indígena y Popular iniciada el 12 de octubre, el día de los pueblos latinoamericanos, constituye el culmen de la diversidad de conciencias sociales movilizadas nacionalmente durante este año, desde el paro cafetero del mes de febrero, pasando por el paro de los mineros, hasta el gran paro campesino. Podríamos destacar varios aspectos de las nuevas jornadas que comienzan, como expresiones de la cualificación de los movimientos sociales del país, cuyas reivindicaciones y acciones se ubican en la idea de que otra Colombia es posible.
Las cinco banderas que animan la Minga indígena son coherentes con la resistencia que han hecho por medio siglo, al despropósito del capital de arrasar los pueblos y la naturaleza con el pérfido objetivo de acumular riquezas. Esos puntos son: la defensa del territorio, como la base material e ideológica de las culturas; el reconocimiento del gobierno propio, la autonomía de visiones y prácticas tradicionales que garantizan sobrevivencia y convivencia; la paz, como negación a la presencia invasiva de grupos económicos y armados, legales e ilegales, que violentan los derechos de los pueblos y de la madre tierra; la necesidad de replantear el llamado libre comercio, la horma de un modelo socioeconómico que pretende hacer de la vida un negocio; y la voluntad de frenar la locomotora minero-energética, la perpetuación del saqueo 520 años después.
La segunda característica a resaltar, es el proceso de construcción de las demandas que ha permitido una participación consciente y organizada de las comunidades indígenas, con toda la diversidad de realidades, perspectivas y experiencias que agrupan los 44 pueblos comprometidos en esta Minga. Construyendo voluntad de poder desde abajo y desde adentro, aplanando las decisiones jerárquicas y enfrentando las presiones externas. Es el gobierno comunitario, simplemente.
Fruto de esta manera de crear un mandato nacional, recogido en los cinco puntos de la Minga, es legitimada la Organización Nacional Indígena de Colombia – ONIC como el espacio de articulación de ese conjunto de aspiraciones, y este es ya de por sí un logro político importante de esta movilización, el tercero. La ONIC vuelve a ser el espacio dinámico de encuentros regionales y nacionales en los que se han venido integrando esa diversidad de pensamientos y quehaceres que hoy hacen Minga por el territorio, la cultura, la vida y la soberanía.
Finalmente, señalar que toda esta identidad, esta mirada integral de problemáticas y alternativas, se complementa con la afirmación de un principio de actuación del movimiento indígena: el de ser con otros. En consecuencia, han logrado en esta coyuntura afianzar alianzas con otros procesos sociales como el del Congreso de los Pueblos, del cual pueden decir que fueron uno de sus preceptores substanciales. Por eso la Minga de la movilización no es solamente indígena y convoca a los demás sectores sociales, del campo y de la ciudad, a que caminemos juntos. Esos cinco puntos tienen que ver con nosotros directamente, son nuestras banderas lideradas hoy por los hermanos mayores.
Así es que tales esencias: el mandato nacional, la participación comunitaria, la organización nacional y la articulación de los movimientos sociales, le otorgan a la Minga de este octubre, signado históricamente como el de la lucha por la dignidad de los pueblos, un perfil político que proyecta el país para el Buen Vivir.
Una minga social que empuja el país hacia el buen vivir, PDF
Asociación para la Promoción Social Alternativa MINGA
Bogotá, Octubre 16 de 2013