En estos días se realizó el Congreso para la Paz, el cual se constituye en un hecho que complementa las manifestaciones ciudadanas del pasado 9 de abril en cuanto a continuar la presión para que la solución política al conflicto armado despeje los caminos de la paz.

De esta manera se ensancha el proceso en tanto que no se reduce a los diálogos gobierno-insurgencia, sino que empieza a involucrar a importantes franjas de la sociedad civil del país.Esta presencia inclusive, es determinante para darle profundidad y sostenibilidad a los acuerdos que se tramitan entre los armados.

Al interior de este movimiento en ciernes se ha planteado desde espacios de convergencia como la Ruta Social Común, que la paz es un asunto de todos y que los acuerdos que se desarrollan entre los actores de lo militar comprometen las visiones de país del conjunto de la sociedad. Por tal razón la participación se ha convertido en la apuesta que en principio reúne a varios sectores sociales y populares, lo cual deberá materializarse en tres dinámicas: la elaboración colectiva de una agenda social para la paz, la articulación de una amplia fuerza social que se la eche al hombro y la creación de múltiples escenarios de participación, incidiendo además en los que el contexto de paz produzca desde distintos ámbitos.

Y fue precisamente a estos tres aspectos a los que el Congreso para la Paz le aportó. Una Agenda Social de país en paz con la mirada puesta fijamente en un horizonte de vida, y convocando al pueblo colombiano a tomar conciencia sobre la necesidad de hacer unos cambios en la Colombia de ahora. Sucede que la Colombia que ha moldeado el neoliberalismo en estos veinte y más años es una nación en crisis en todos los órdenes: en lo económico, lo social, la política, la justicia y en la moral pública. Es preciso desmontar tal modelo y las propuestas-acciones que se trazaron en la Agenda tienen ese sentido. Son mandatos que bien se pueden recoger en las banderas de la soberanía, la paz, la democracia y la recuperación de lo público, en tanto que el neoliberalismo es un generador de dependencia, es un provocador de las guerras, se sostiene en regímenes autoritarios e impone la hegemonía de lo privado.

También los congresistas y las congresistas reflexionaron sobre la participación en este período de solución política, que implicaba entonces delinear el perfil del movimiento social por la paz, los escenarios de incidencia y el tratamiento de la crisis humanitaria.Pero esta disposición a asumir los retos de este momento histórico exige garantías plenas;  la participación social y popular en la configuración de una alternativa política al conflicto armado pasa por transformar el sistema de decisiones centralista, represivo y excluyente con el que se desgobierna hoy.

La esencia de la superación del conflicto armado, tiene que ver precisamente con la modificación de las reglas de juego en la definición de las políticas públicas,y en la intención de los distintos sectores sociales de ser gobierno.Por esa razón el II Foro que convoca la mesa de la Habana sobre el tema de la participación política es primordial en este proceso de paz que avanza ahora con el empuje de los diversos movimientos sociales, populares y democráticos, quienes colocamos a través del Congreso nuestra apuesta de país, para el buen vivir y la dignidad.

Llevar hoy a la realidad esa idea fundamental de que la paz es un diálogo a muchas voces, tendrá que prefigurar la sociedad democrática en la que es posible superar la violencia como contra-argumento. Y el nuevo modelo político tiene que ser coherente con ese propósito.

Congreso Nacional para la Paz en imágenes

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Bogotá, abril 29 de 2013

Asociación para la Promoción Social Alternativa MINGA