El pasado 6 de diciembre se conmemoraron los 10 años de la masacre de Lamas verdes, una de las tantas perpetradas por paramilitares en el país, aunque poco conocida.

Acompañados por más de 250  campesinos de diferentes comunidades del Cesar, Santander, Norte de Santander y Sur de Bolívar, así como distintas organizaciones de derechos humanos nacionales, los familiares de las 10 personas asesinadas por paramilitares al mando de Rodrigo Tovar Pupo, alias «Jorge 40»,  recorrieron nuevamente el camino que conduce de Santa Isabel (Curumani-Cesar) a Portón Rojo en la vereda La más verdes, sitio donde cegaron la vida de estos inocentes campesinos.

En una caminata de más de 4 horas, los familiares que aún permanecen en la zona y algunos que volvieron luego de ser desplazados tras el asesinato de sus seres queridos,  dignificaron el nombre de cada uno de ellos, quienes hace 10 años fueron sacados de sus casas, torturados, y obligados a caminar por horas para luego de ser asesinados empujarlos por el abismo al igual que a decenas de animales  que sustentaban la economía de los campesinos de la zona.

                

 

Para los pobladores de Lamas verdes y Nuevo Horizonte, este fatídico 6 de  diciembre de 2005,  significó más que la pérdida de Julio Hernández, Nesmael Ramírez Pineda, Elider Ramírez Pineda, Aldemar Quintero, Deibi Parada, Héctor Manzano, José del Carmen Chávez, Rubén Pacheco, Alfredo Acosta y Nubia Téllez, pues todos se vieron obligados a  salir desplazados por el miedo a que los paramilitares, quienes en ese momento se encontraban en proceso de negociación con el gobierno nacional, cumplieran su palabra y volvieran para perpetrar una nueva masacre.

Diez años después, los familiares ya han perdido el miedo y denuncian con fuerza lo que les sucedió. Muchos toman el micrófono en el mismo sitio donde lloraron sus muertos para contar quiénes eran, a que se dedicaban y cuanta falta les hacen. Incluso,  uno de los sobrevivientes después de mucho pensarlo se levanta y mientras rememoraba el día que sintió ya estaba muerto, habla de la esperanza y la necesidad de encontrar justicia para poder descansar tranquilo.

 

    

Justicia es lo que todos reclaman a viva voz, y aunque algunos paramilitares pagaron por esta masacre en el proceso de  justicia y paz, los familiares reclaman que haya condenas para los militares que -ellos afirman- retuvieron a algunos de los asesinados y los llevaron hasta el Portón Rojo para entregarlos a los paramilitares y que estos últimos los ejecutarán.

Condenas para los comandantes de la Brigada Blindada de Valledupar y del Batallón Plan Energético y Vial No. 3 que salieron a los medios a desmentir lo que a sus familiares les había pasado aun cuando era conocida la amenaza del paramilitarismo al municipio, pues meses antes la Defensora Regional del Pueblo del Cesar, Dra. Eva María Castillo Vides lo había  denunciado por sin que su llamados a proteger la comunidad tuvieran eco.

Luego de una breve liturgia encabezada por el Padre Javier Giraldo en el pequeño acto de conmemoración, los familiares crearon hermosos símbolos sobre sus hijos y/o hermanos, los cuales fueron dejados en los alto de la montaña donde los perdieron. Al bajar a Santa Isabel,  participaron de las danzas,  cánticos, poemas y dibujos que el pueblo organizó en honor a la valentía de sus pobladores que hoy, 10 años después continúan esperando verdad y justicia.

    

Compartimos el Articulo del Equipo Pueblos sobre esta actividad, así como la declaración política de la misma:

Memoria y dignidad: Encuentro nororiental de comunidades victimizadas

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