Marco Rivadeneira era un campesino conversador, con tono un poco “pastuso”, curtido por los años, por la vida, por la experiencia, por las luchas sociales que acumulaba en su espalda, por la búsqueda de mejorar las condiciones de los campesinos del Putumayo, pero también de Colombia. Convencido de que la situación de las comunidades debían mejorar, fue un incansable gestor de organizaciones sociales como las Juntas de Acción Comunal de varias veredas del corredor Puerto Vega – Teteyé, Acsomayo y la Asociación campesina de Puerto Asís, Asocpuertoasis, de la que era su actual presidente.

Su carisma y compromiso con los derechos humanos lo llevaron a traspasar las fronteras de su Putumayo del alma, así se convirtió en el vocero departamental del Proceso Nacional de Garantías desde el 2009 y  en delegado del Nodo Suroccidente de la plataforma de Derechos Humanos, Coordinación Colombia Europa Estados Unidos. También, fue el forjador del Coordinador Nacional Agrario y del Congreso de los Pueblos en el Putumayo. 

Marco encarnaba, lo que siempre hemos dicho, el alma de las comunidades. Siempre gestionando, buscando los proyectos para los campesinos, hablando con alcaldes, gobernadores, pensando en planes para la electrificación o ayudas humanitarias para las víctimas de las erradicaciones forzadas. Nunca emprendía nada para él, vivía donde le cogiera la noche y amanecía sin dificultad en la vereda la Carmelita o en Bogotá o en Puerto Asís o en Popayán o en Manizales o en Bruselas. Sus días eran largos como sus noches, siempre en reuniones, siempre escuchando a las comunidades, siempre exigiendo a las autoridades. Era experto en “torear” a los actores armados, pues todos lo veían con recelo por su liderazgo y opinión crítica de su actuar.

Su dolor por el sufrimiento de las comunidades, históricamente violentadas y estigmatizadas –y  envueltas en la trampa de los cultivos de uso ilícito-, el incumplimiento del gobierno de la sustitución de cultivos y la agresividad de la erradicación forzada por parte de la Fuerza Pública, lo llevó recientemente a promover la Mesa de Concertación para la Transformación Productiva del Corredor Puerto Vega-Teteyé de Puerto Asís. En ese compromiso andaba desde el  6 de agosto del 2019, por eso visitaba con sus demás compañeros, vereda por vereda para escuchar las opiniones de las familias y ordenar propuestas para presentar en la Mesa y acordar con el gobierno salidas a tanta problemática. En una de esas visitas, lo sorprendió la muerte.

Hoy, ese motor comunitario que muy bien representaba Marcos Rivadeneira ya no está. La orfandad y terror en que quedan las comunidades se convierten en un muro pesado y frío que aplastan la esperanza de ellas. Marco nunca las abandonó, nunca tuvo miedo, siempre cubrió ese espacio que muchos no ocupaban, justo por el temor que los grupos armados y la Fuerza Pública han generado en esos sufridos territorios del Putumayo.

A Marcos lo conocimos en el año 2006, en el resguardo del Pueblo Nasa en el Teteyé, en medio de una movilización indígena y campesina contra las fumigaciones con glifosato. En ese momento ayudaba a diseñar un plan de vida para las comunidades donde la energía eléctrica, las escuelas, un centro de salud, un centro comunal y las vías para sacar el plátano y la yuca, que sustituyeran los cultivos de coca, fueran el eje central. Nunca lo vimos desfallecer, a pesar de las muchas amenazas. Desde la Asociación Minga siempre estuvimos acompañándolo a sol y sombra, para que nada le pasara. Muchas veces, para salvaguardar su vida, le insistimos en salir del territorio. Él nunca accedió.  Eso era dejar de ser campesino y luchador. Tristemente, en nuestro equipo, el pálpito de que su vida fuera truncada, nunca cesó.

Por eso, con la tristeza más profunda que duele como daga en el corazón y como organización defensora de los DDHH, la vida y la naturaleza; rechazamos, condenamos y lloramos el asesinato de Marcos Rivadeneira, de quien damos la fe más sublime de su entrega al trabajo comunitario. 

Al gobierno del Presidente Iván Duque y a su Ministra del Interior, Alicia Arango, para quien el asesinato de líderes sociales es menos que el robo de un celular, los responsabilizamos de esta incalculable pérdida del dirigente social Marcos Rivadeneira, por no cumplir con la sustitución de cultivos de uso ilícito a los campesinos del Putumayo, por echar para atrás el acuerdo de paz que contiene un marco de garantías para la vida de los liderazgos sociales y por contribuir al incremento de la violencia en el Putumayo, al no desmantelar el crimen organizado.

A la familia de Marcos, a las comunidades que tanto lo apreciaban y a sus organizaciones, toda nuestra solidaridad y abrazo de hermandad.

Asociación para la Promoción Social Alternativa MINGA

Marzo 20 de 2020